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Khamzat Chimaev se consagró campeón del peso medio tras derrotar con autoridad a Dricus Du Plessis en el UFC 319. La victoria confirmó lo que muchos anticipaban: que “El Lobo” estaba destinado a convertirse en una de las grandes figuras de la compañía. Lo llamativo es que incluso antes de subir al octágono ya había alcanzado la cifra de 10 millones de seguidores en Instagram, un indicador claro de su magnetismo más allá de lo deportivo.
La reacción del público en Chicago fue un termómetro de ese fenómeno. Du Plessis fue recibido con abucheos, mientras que Chimaev se llevó los cánticos de aliento desde el Media Day hasta el momento en que levantó el cinturón. Esa conexión inmediata con la afición, sumada a un estilo de pelea explosivo, explica por qué su nombre empieza a sonar con fuerza entre quienes siguen las apuestas en el UFC, donde se perfila como protagonista de cuotas y predicciones en los próximos eventos.
Dana White y el futuro inmediato
Tras el combate, Dana White no dudó en resaltar que Chimaev tiene todo lo necesario para ser la próxima gran superestrella de la empresa. El presidente de la UFC destacó su agresividad, su carisma y la manera en que arrastra multitudes en cada presentación. Para White, “El Lobo” ya es mucho más que un campeón: es una carta segura de espectáculo y de negocio para la compañía.
El propio Chimaev dejó en claro que no quiere descansar demasiado. Apenas terminó su pelea, expresó su deseo de volver al octágono en el UFC 321, que se celebrará en Abu Dhabi el 26 de octubre. El problema radica en encontrarle un rival adecuado: Caio Borralho e Imavov parecen descartados por calendario, por lo que Anthony Hernández y Reinier de Ridder aparecen como las alternativas más realistas. La decisión se tomará pronto, pero todo apunta a que el checheno será nuevamente cabeza de cartel.
Más allá del cinturón
Si bien habla abiertamente de dinero y no oculta que quiere bolsas cada vez más grandes, Chimaev asegura que su motivación va más allá de lo material. Según explicó, lo que busca es tener los recursos necesarios para ayudar a otras personas, una idea que repite cada vez que se le cuestiona sobre su futuro. Esa dualidad entre un peleador temible en la jaula y un hombre con un discurso solidario en lo personal lo convierten en un personaje difícil de encasillar.
El contraste se notó incluso en la celebración. Mientras Dana White intentaba colocarle el cinturón, Chimaev corrió a abrazar a su equipo y bromeó pidiendo que le enviaran el dinero. Sin embargo, en la conferencia posterior bajó el tono y subrayó que su objetivo es usar sus triunfos como un vehículo para apoyar a quienes más lo necesitan. Ese trasfondo, sumado a su innegable calidad deportiva, lo proyecta como el nuevo rostro de la UFC y una figura que podría marcar una era.