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Rafael Nadal volverá este domingo a la Philippe Chatrier, el escenario que marcó su leyenda, aunque esta vez no lo hará con una raqueta en la mano, sino como protagonista de un homenaje sin precedentes en el Roland Garros.
El español, 14 veces campeón del Grand Slam parisino, participará en un acto de reconocimiento organizado por la Federación Francesa de Tenis, en el que estarán presentes familiares, entrenadores y amigos cercanos. Entre los invitados confirmados se encuentran Pau Gasol, Toni Nadal, Carlos Moyá y miembros del equipo que lo ha acompañado a lo largo de dos décadas de carrera.
La última vez que Nadal pisó la tierra batida del Bois de Boulogne fue el 27 de mayo de 2024. Entonces, sin certezas sobre su futuro, cayó ante Alexander Zverev y evitó despedidas definitivas. Doce meses después, y ya con la retirada oficializada, regresa a la pista donde escribió buena parte de la historia moderna del tenis, tanto casi como en el US Open.
Un vínculo de amor y lucha con París
En esta edición, Nadal no jugará, pero su presencia estará más viva que nunca. Él mismo puso voz al anuncio promocional de Roland Garros 2025, en un vídeo que respira emoción y épica. “Sólo donde la tierra remarca la pasión en rojo”, recita el manacorí, en un mensaje que evoca los valores que definieron su paso por el torneo.
Durante años, Nadal vivió una relación compleja con el público francés. Aunque conquistó Roland Garros como ningún otro jugador, no siempre fue el favorito de la grada. En sus inicios, sufrió el rechazo de una parte de la afición, que prefería a Federer o a los tenistas locales. Con el tiempo, sin embargo, la entrega, la humildad y los triunfos del español terminaron por conquistar hasta al último escéptico, tal como le sucedió con el Abierto de Australia.
Homenajes en la tierra que hizo suya
No será la primera vez que Roland Garros rinde tributo a su campeón más emblemático. En 2017, tras su décimo título, el torneo le dedicó un mosaico y una réplica a escala real de la Copa de los Mosqueteros. En 2021, se inauguró una estatua de acero inoxidable en su honor a las puertas del estadio. En 2023 y 2024, incluso en su ausencia, su imagen seguía presente en los pasillos del recinto.
Este domingo, Nadal regresará vestido de gala, no de corto, pero con el mismo respeto por el lugar que marcó su carrera. Desde su primera victoria en 2005 hasta su última participación en los Juegos Olímpicos de París, disputados el año pasado en esas mismas pistas, su legado ha quedado sellado.
Una despedida que empezó en silencio
La retirada de Nadal se formalizó tras los Juegos de 2024, cuando cayó en dobles junto a Carlos Alcaraz y en individuales frente a Novak Djokovic. Aquel torneo olímpico, disputado en el mismo escenario de sus grandes conquistas, fue su punto final. “Ahí supe que era el último”, confesó su entrenador Carlos Moyá.
Desde entonces, Nadal no ha vuelto a empuñar una raqueta en competición. Ha estado volcado en su familia, en su academia y en proyectos personales. Sin embargo, su nombre nunca se ha ido de Roland Garros. La organización ya ha deslizado que habrá más reconocimientos a futuro. Se habla de una pista con su nombre, de un rol como embajador e incluso de una implicación institucional más amplia.
París, del recelo al respeto eterno
La historia de Nadal con Roland Garros es también la historia de cómo el respeto se gana. En sus primeras visitas a París, el público no siempre le fue favorable. Enfrentamientos tensos, críticas injustas y hasta acusaciones veladas de dopaje desde ciertos sectores de Francia marcaron parte de sus primeros años. Hoy, todo aquello parece muy lejano, las apuestas de tenis y la competición quedaron atrás.
El torneo que en otro tiempo le dio la espalda, hoy se rinde ante él. La tierra batida de París, que él moldeó a base de lucha y talento, será este domingo su alfombra roja. Su imagen volverá a proyectarse sobre la pista central, esta vez sin necesidad de raqueta, pero con el aplauso eterno de una ciudad que terminó rindiéndose a sus pies.
Roland Garros fue el lugar donde Nadal creció, sufrió, conquistó y se inmortalizó. Este domingo, 363 días después de su último partido allí, regresará como lo que siempre fue: el rey indiscutible de la tierra.