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La derrota 0-4 frente a Colombia todavía duele. No solo por el marcador, sino porque volvió a poner en evidencia algo que se viene arrastrando desde hace tiempo: la Selección Mexicana es vulnerable ante equipos sudamericanos. La prensa no tuvo reparo en decirlo fuerte: “El Tri es un flan contra Sudamérica”, sentenció un titular que hoy recorre redacciones y redes sociales.
Las estadísticas no dejan espacio para el optimismo ciego. En los últimos nueve partidos frente a selecciones de Conmebol, México acumula siete derrotas, un empate y apenas una victoria. Lo más preocupante no es solo la racha, sino la manera en que se han dado los resultados: 20 goles recibidos y apenas 7 anotados. La única alegría en ese periodo llegó frente a Bolivia, un rival que no pasa por su mejor momento y que difícilmente sirve como parámetro real.
La crítica y la urgencia de humildad
La prensa mexicana también ha puesto en la mira a Javier Aguirre, señalando que su proyecto carece de reacción en partidos de exigencia. El llamado incluso ha sido directo: “hazle un bien a México y renuncia”. Son palabras duras, pero reflejan el clima de frustración que rodea a la afición.
Lo cierto es que, más allá de un entrenador u otro, el fútbol mexicano necesita asumir con humildad que ya no basta con ser local en el próximo Mundial. Jugar en casa no garantiza nada si el equipo sigue sin responder contra selecciones que tienen oficio, jerarquía y un historial de grandes figuras. La soberbia no gana partidos; el trabajo sí.
En este contexto, pensar en las apuestas Mundial de México no puede hacerse desde la fantasía, sino desde un análisis realista. El Tri necesita ajustar en defensa, encontrar gol y mostrar que es capaz de competir al mismo nivel que sus rivales.
Entre figuras y responsabilidades
La discusión también toca a los futbolistas. ¿Quién es hoy el mejor jugador de la Liga MX y qué tanto puede aportar realmente al equipo nacional? Es una pregunta válida, porque la liga local debe ser la base de la selección, pero también necesita que sus protagonistas estén a la altura de la exigencia internacional.
A la par, está el peso de los mexicanos jugando en la Champions League, que simbolizan el contacto directo con el fútbol de élite europeo. Son ellos quienes cargan con la esperanza de marcar la diferencia cuando el Tri se mida con equipos como Ecuador, Uruguay o Paraguay, los rivales que aún restan en el calendario antes de cerrar el año.
Lo que viene
El partido contra Ecuador no será amistoso en el espíritu, aunque lo marque el calendario. Será una prueba de carácter y de credibilidad. Y más allá del resultado, la pregunta que debería hacerse el equipo es simple: ¿será capaz México de mostrar la humildad y el trabajo necesarios para revertir la imagen de “flan” que tanto repite la prensa?
Porque al final, los goles se gritan en la cancha, no en los titulares.