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A casi tres décadas de su retiro, el legado de Fernando Valenzuela vuelve a ocupar titulares. El histórico lanzador mexicano aparece por primera vez en la boleta del Comité de la Era Contemporánea, encargado de evaluar a peloteros cuyo impacto se dio a partir de 1980. Y aunque su fallecimiento en 2024 reavivó el debate, esta nueva oportunidad alimenta la pregunta central: ¿tiene posibilidades reales de ingresar al Salón de la Fama?
Valenzuela es considerado por muchos el mejor pelotero mexicano en la historia de la MLB. Desde su irrupción con los Dodgers en 1981, cuando sorprendió a la liga con una combinación de control, temple y un inusual screwball, construyó una carrera que dejó huella dentro y fuera del diamante. Ese año se convirtió en el único lanzador en ganar simultáneamente el premio al Novato del Año y el Cy Young, marca que continúa inédita.
Su impacto fue inmediato. Lo que luego se conoció como la “Fernandomanía” cambió el vínculo entre la comunidad mexicoamericana y los Dodgers, llenó estadios y convirtió al zurdo sonorense en un símbolo deportivo. Más allá de la emoción, sus números mantienen vigencia en el debate actual: 17 temporadas en Grandes Ligas, seis apariciones al Juego de Estrellas, 2.930 entradas lanzadas y una efectividad de 3.54.
La comparación con otros lanzadores ya exaltados ayuda a dimensionar su candidatura. Frente a Jack Morris o Catfish Hunter, sus métricas no lo descalifican: WAR-7 competitivo, más temporadas de nivel alto y un impacto cultural que no se mide únicamente en estadísticas. En varias categorías tradicionales, Valenzuela se mantiene dentro del rango de otros miembros del Salón.
El comité de votación está integrado por 16 miembros entre exjugadores, ejecutivos y periodistas. Para entrar al Salón, el candidato necesita al menos el 75% de los votos. Cada elector puede elegir a un máximo de tres nombres, lo que hace que la competencia sea considerable. El Toro comparte boleta con figuras de enorme peso, como Barry Bonds, Roger Clemens y Carlos Delgado, lo que podría reducir su porcentaje final pese a su popularidad.
Otro factor que juega a su favor es la renovación de criterios dentro del baseball moderno. En los últimos años, el Salón de la Fama ha reconocido la importancia del impacto cultural y el legado más allá de métricas tradicionales. En este sentido, Valenzuela representa un caso excepcional: transformó una franquicia, inspiró a generaciones de jugadores latinos y se convirtió en referencia obligatoria dentro de la historia de los Dodgers.
Para los aficionados en México —especialmente en un contexto donde el crecimiento del béisbol local y la atención mediática de la Liga Mexicana de Beisbol hoy siguen al alza— su posible inducción tendría un valor simbólico enorme. Sería el primer mexicano exaltado en Cooperstown y una reivindicación histórica para una figura que marcó una era en el deporte.
La votación se realizará durante las Reuniones Invernales. Si alcanza el porcentaje necesario, Valenzuela entrará finalmente al recinto que muchos consideran su lugar natural. Si no lo consigue, deberá esperar un nuevo ciclo, pero su nombre ya está nuevamente en el centro de la conversación: el Toro sigue más vivo que nunca en la memoria del béisbol.



